Ama al prójimo: La promesa de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad

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Por Dulce Gamboa

Cada día, las presiones sociales, económicas y políticas obligan a las personas por todo el mundo a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor.

Los padres llevan a sus hijos por viajes arriesgados para escapar de la pobreza extrema, el hambre o la violencia. Son padres responsables que quieren proveer para sus familias, como cualquier otro padre lo haría. La realidad es que las personas que se enfrentan al hambre y la pobreza en todo el mundo no siempre pueden contar con oportunidades económicas y alivio cuando lo necesitan. Si queremos abordar el influjo de inmigrantes a Estados Unidos, no podemos ignorar sus causas fundamentales: el hambre, la pobreza y la violencia.

La inacción política ha dominado el debate de inmigración durante muchos años. El Congreso necesita revisar el sistema migratorio que ya no refleja la realidad de la economía de Estados Unidos. Somos una nación con una economía dinámica impulsada por inmigrantes, ya sea que hablemos de agricultura, industria de la construcción o creación de nuevos negocios.

Las comunidades de fe han estado involucradas en el debate de inmigración, ya que muchas personas indocumentadas son parte de nuestras comunidades religiosas, y porque es lo que Jesús nos enseñó, tratar a todos con dignidad. Después de todo, todos somos hijos de Dios. Todos somos hechos a imagen de Dios, viviendo en el mundo de Dios y siguiendo la misión de Dios.

En el evangelio de Mateo, Jesús se convierte en un refugiado mismo cuando él y su familia huyen de la persecución y deciden emigrar a Egipto. Ciertamente, los migrantes que cruzan los desiertos, los ríos y las fronteras en busca de una vida mejor y digna, pueden verse a sí mismos en la historia de Jesús. Una historia de esperanza en medio de situaciones desafiantes.

Creemos que el sistema de inmigración debe responder a la crisis de inmigración basada en nuestro llamado a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y asegurar una reforma migratoria que prometa la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad para todos. En palabras del Papa Francisco: “La dignidad de cada persona humana y la búsqueda del bien común son preocupaciones que deben dar forma a todas las políticas económicas”.

Parte de amar a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes como a nosotros mismos requiere abogar por su bienestar y dignidad. ¿Estamos respondiendo al llamado de amar a nuestros vecinos inmigrantes? ¿Estamos dispuestos a abrir nuestros corazones a los inmigrantes que han sido nuestros vecinos, amigos y colegas durante tanto tiempo? Sigamos el ejemplo de Jesús extendiendo el amor de Dios a los inmigrantes indocumentados dondequiera que estén. Al final del día, todos somos parte del cuerpo de Cristo, independientemente de nuestro estatus migratorio.

Dulce Gamboa es asociada de asuntos con Latinos de Pan para el Mundo. 

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