Jardines residenciales mejoran la nutrición en Guatemala rural

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Mother holding crop in her home garden. Photo courtesy of USAID.

Nota del Editor: Este año, la Ofrenda de Cartas: Sobrevivir y Sobresalir se enfoca en la nutrición global materno infantil. Esta entrada, que primero apareció en inglés en el sitio web de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés), explora cómo un programa en Guatemala está ayudando a madres a proveer comidas nutritivas para sus familias.

En Guatemala, uno de cada dos niños padece desnutrición crónica, lo que los expone a niveles elevados de enlentecimiento, y desarrollo cognitivo inadecuado. Sin embargo, en los altiplanos rurales en el occidente de este país, mujeres indígenas están empezando a empoderar a sus vecinos para que cultiven y vendan sus propios alimentos y preparen comidas saludables y nutritivas para mejorar el bienestar de sus familias.

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés) y Catholic Relief Services (CRS) están colaborando para cambiar las prácticas relacionadas con la salud y la nutrición en Totonicapán, Guatemala, mediante un proyecto llamado Food for Peace (Alimentos por la Paz). Madres guatemaltecas aprenden a construir jardines en sus residencias, llenos de acelga, espinacas, zanahorias, y otros cultivos, y establecen mejores prácticas de salud y nutrición para asegurar que sus hijos crezcan sanos y fuertes.

Antes del proyecto, a las madres de la comunidad se les había dificultado el cultivo, y dedicaban sus recursos a la compra de alimentos básicos de arroz. Desde el comienzo del proyecto, las madres han visto grandes mejoras en sus jardines residenciales, incluso mayor acceso a alimentos nutritivos y mejor conservación de la tierra.

Catalina*, una beneficiaria del proyecto, no sabía mucho anteriormente acerca del cultivo de verduras y la manutención de la tierra. “No sabíamos muchas cosas anteriormente”, dijo Catalina. “Ahora tenemos jardines particulares y cultivamos espinacas, betabeles, zanahorias, y otras verduras. Nuestros hijos ahora se alimentan mejor”.

El proyecto capacitó a Catalina a ser una promotora voluntaria, y ahora enseña a otras mujeres en su comunidad técnicas agrícolas propias, como son la agricultura en contornos y la irrigación, para que las reproduzcan en sus propios jardines. También se le dificultaba pagar los costos escolares de sus hijos, pero ahora utiliza el dinero que gana de la venta de sus verduras para ayudar a su hijo a estudiar.

“Anteriormente, sólo comíamos verduras si teníamos el dinero para comprarlas. Pero ahora las podemos conseguir de nuestros jardines residenciales. Nuestra tierra ha cambiado bastante con el programa”, dijo Sheny*, otra beneficiaria del programa, y madre de cuatro hijos. Ahora tiene un jardín con 14 distintas especies de verduras.

La integración de la agricultura y la nutrición ayuda a las familias a mejorar su producción agrícola y diversidad dietética para disminuir las tasas de desnutrición entre los niños. El proyecto utiliza un modelo único de participación comunitaria, el cual se compone por escuelas de campo agrícolas y que integra la enseñanza de salud y nutrición. Por medio de este modelo, los promotores realizan sesiones de capacitación para enseñar a grupos de entre 25 y 30 madres cómo cultivar alimentos saludables y nutritivos.

Entre octubre del 2013 y septiembre del 2014, más de 10,000 familias recibieron apoyo en establecer jardines residenciales. Éstas sembraron acelgas, espinacas, betabeles, rábanos, y otras plantas autóctonas.

Como resultado del proyecto, las madres de Totonicapán han reconocido su valor y su potencial como líderes fuertes e influyentes en sus comunidades. Además de aprender nuevas prácticas de agricultura y nutrición, muchos miembros de la comunidad atribuyen el éxito de los jardines residenciales a una fuerte confianza en que es posible un cambio positivo en el ingreso y la salud de sus familias.

“Anteriormente, creíamos que no éramos útiles ni buenas porque no habíamos estudiado. Ahora sabemos que valemos algo. Siempre fui tímida para hablar en público, pero ahora estoy orgullosa de hablar”, dijo Catalina.

El programa, el cual dura del 2012 al 2018, espera poder mejorar la seguridad alimentaria de forma sostenible para aproximadamente 23,500 familias rurales que viven en la pobreza en San Marcos y Totonicapán.

*Nombre completo no disponible

Aprende más acerca de la Ofrenda de Cartas: Sobrevivir y  Sobresalir, y participa en un evento de escritura de cartas.

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