Manifiestan activistas a favor de reforma migratoria

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Joseph Molieri/Bread for the World.

De Esteban García

Lo que comenzó lentamente, con solo unas cuantas personas reunidas en la madrugada ante la Corte Suprema de Estados Unidos, muy pronto creció, reuniendo a una gran audiencia llena de esperanza y de entusiasmo.

Más de mil personas se reunieron ayer mientras que los jueces escuchaban argumentos en el caso de DAPA (Acción Diferida para Padres de Ciudadanos y Residentes, DAPA por sus siglas en inglés). DAPA forma parte de la histórica acción ejecutiva del presidente Obama para abordar el tema de la reforma migratoria ante la inacción del Congreso. DAPA permitiría que los padres indocumentados de niños nacidos en Estados Unidos permanezcan con sus hijos y que trabajen legalmente en el país. El presidente Obama anunció la acción ejecutiva en el 2014 junto con planes para expandir DACA (Acción Diferida para los llegados en la infancia, DACA por sus siglas en inglés).

Ambos programas se detuvieron el año pasado tras la orden judicial de un juez federal que puso freno a la implementación de los mismos. El futuro de DAPA ahora está en manos de la corte.

Yo estuve presente en la manifestación ayer, junto con otros miembros del personal de Pan para el Mundo. Estuvimos allí porque la inmigración está entrelazada con la fe y el hambre. Los esfuerzos de Pan están arraigados en la creencia que cada hombre y mujer está creado en la imagen de Dios (Génesis 1:26-28). En Cristo, ninguna persona es distinta a otra (Gálatas 3:28).

La inmigración toca directamente los problemas del hambre y la pobreza. Un porcentaje considerable de los adultos indocumentados en Estados Unidos padecen pobreza. El 34 por ciento de los hijos de inmigrantes indocumentados viven en la pobreza. Y ahora sabemos que la pobreza está estrechamente vinculada con el hambre. Un camino hacia la ciudadanía libraría a miles de personas de la pobreza y del hambre casi inmediatamente.

Mientras se les niega a los inmigrantes indocumentados en el país el acceso a la ciudadanía y al empleo, todos sufrimos. Varios estudios demuestran que la inmigración es una fuente de estimulación económica. Se crean más empleos y suben los sueldos para la mayoría de los estadounidenses, incluso los nacidos aquí.

Niños, adolescentes, padres de familia, y activistas por la reforma migratoria alzaron sus voces ayer porque sus vidas dependerán de la decisión de estos jueces.

Ayer, el himno nacional se acompañó de música mariachi, y miembros de distintas religiones estuvieron presentes para demostrar su apoyo por DAPA. En una muestra de solidaridad, el Gospel Choir de la Universidad de Howard añadió una de sus emotivas y conmovedoras canciones a las voces de esperanza. La reunión de ayer fue tanto manifestación política como reunión comunitaria.

Estando allí, y al ver las multitudes reunidas frente a la Corte Suprema, una de las instituciones más poderosas del país, me vino a la mente la potencia de nuestra voz colectiva cristiana. Estamos continuando la historia típica de este país.

Es una historia de recién llegados, con distintos legados luchando por una vida mejor. Es una historia que ha perdurado durante más de dos siglos. Las familias reunidas ayer solo quieren una garantía de su lugar en el tejido iridiscente de nuestro gran país.

Esteban García es especialista de relaciones con los medios de Pan para el Mundo.

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