Por Obispo José García
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” – Isaías 9:6.
Todos los años la temporada de Adviento mueve a muchos cristianos a reflexionar y prepararse para la celebración que conmemora el nacimiento de Cristo. Cristianos en las diferentes tradiciones observan prácticas como una manera de recordar la esperanza, paz, gozo y amor que es evocado por la promesa del Mesías.
En el momento de esta profecía el pueblo de Dios estaba atravesando un tiempo de tinieblas espirituales y desasosiego como resultado de las guerras y conflictos con los reinos vecinos y debido a su continuo desvío en la observación de las ordenanzas del pacto que hicieran con Dios en el monte Sinaí. Este pacto no solo describía su adoración y relación con Dios, sino que también prescribía cómo debían practicar lo que es recto y justo en sus relaciones los unos con los otros, especialmente con respecto al cuidado debían tener por los pobres y vulnerables entre ellos. La nación había fallado en cumplir con sus obligaciones hacia el pacto, sin embargo, Dios, en su amor redentor, le reveló al profeta la venida de un Mesías que gobernaría con juicio y justicia. Esa profecía aumentó la fe de quienes en medio de lo que parecía ser una destrucción inminente, ahora tenían la esperanza en el establecimiento de un reino de paz.
En el mundo de nuestros días muchas personas están experimentado hambrunas, guerras, hambre, pobreza, opresión, abuso de poder, racismo, comentarios públicos que tratan de despojar a los más vulnerables de su dignidad y muchos otros males. Así como en los días de Isaías, los cristianos esperan con gran anticipación un segundo adviento, el retorno de Cristo, y encuentran esperanza y fortaleza en la profecía de Isaías 9:6, 7. La temporada de Adviento es una oportunidad para reflexionar acerca de la promesa de paz de Dios, lo que ésta significa y una ocasión para tomar acción y haciendo algo respecto.
El concepto de paz (Shalom) de Dios, según lo revela la Escritura, no es sólo la ausencia de conflicto, sino que es: plenitud, sensatez, salud, integridad, bienestar, seguridad, reconciliación, prosperidad, armonía y justicia.
Cristo, el Príncipe de la Shalom de Dios, nos ha llamado a ser sus embajadores (2 Corintios 5:20). Un embajador es una persona que representa los valores, cultura, e intereses de su nación a fin de promover una mejor relación con el país anfitrión. Como embajadores de Cristo, representamos los valores, cultura, y preceptos del Reino de Dios en este mundo, con el fin de restaurar la relación quebrantada entre la humanidad y Cristo. Como parte de esa misión somos llamados a dar un testimonio público que procure la paz (Shalom) del Príncipe de Paz, abogando por leyes y programas que puedan terminar el hambre y la pobreza en nuestra nación y alrededor del mundo. ¡Shalom!
Obispo José García es asesor ejecutivo de la estrategia de oración e iniciativas estratégicas de Pan para el Mundo.
La temporada de Adviento mueve a muchos cristianos a reflexionar y prepararse para la celebración que conmemora el nacimiento de Cristo.
Climate Change Worsens Hunger in Latino/a Communities
Climate change threatens the traditions and lifestyles of Indigenous people.
While climate change impacts everyone, regardless of race, policies and practices around climate have historically discriminated against and excluded people of color.
“As you therefore have received Christ Jesus the Lord, continue to live your lives in him, rooted and built up in him and established in faith.” These words from Colossians 2:6 remind us of the faith that is active in love for our neighbors.
The Bible on...
The Supplemental Nutrition Assistance Program (SNAP) is designed to respond to changes in need, making it well suited to respond to crises such as the COVID-19 pandemic.
Bread for the World and its partners are asking Congress to provide $200 million for global nutrition.
In 2017, 11.8 percent of households in the U.S.—40 million people—were food-insecure, meaning that they were unsure at some point during the year about how they would provide for their next meal.