¡En esta Semana de la Pasión, Me siento alarmado!

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Photo by Dalyce Wilson for Bread for the World.

Por Walter Earl Fluker

Isaías 52:14-15; 53:3; y Marcos 15 (RVR1960)

Esta Semana Santa de la Pasión nos alarma; nos asombra y dispersa nuestros conceptos artificiales sobre los enigmas diarios de la normalidad.

Desciende sobre nosotros y nos lleva al más profundo misterio de nuestros propios corazones—los problemas que nos afligen en áreas privadas y los horrores de la plaza pública donde vemos nuevamente la carne lacerada y risas burlonas de quienes se aprovechan del sufrimiento de otros.  Así como los soldados romanos y las multitudes de maleantes, existen quienes se aprovechan del sufrimiento de los más débiles y despreciados entre nosotros. Nuestro mundo de artilugios y juegos crean escenarios ficticios que esconden la verdad del sufrimiento alrededor del mundo. Nuestra exculpación mediante actos de piedad nos separa de los espectáculos alarmantes de los movimientos masivos de gente buscando agua y alimento, de los refugiados por las guerras y la pobreza, de los cuerpos de madres agotadas cargando a sus niños a través de las fronteras, la vigilancia rigurosa y las masas de cuerpos ensangrentados y mutilados.

La persona Mesiánica descrita en Isaías es un: “varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro”. ¿Por qué es tan difícil para nosotros ver que Él todavía está sufriendo entre nosotros?  ¿Por qué no nos alarmamos ante el escándalo de cuerpos de jóvenes negros tendidos sobre su propia sangre, víctimas de la pobreza, leyes ineptas para el control de armas y la perversa disponibilidad de las drogas? ¿En qué clase de gente nos hemos convertido que ya no podemos sentir la terrible agonía y espanto de una vida siendo arrancada desde los más pobres entre los pobres hacia albergues de cartón por desamparados, escondidos de la vista debajo de las autopistas y bajo la sobra de los gigantescos rascacielos? ¿Al ver la miseria de su pasión, no podemos ver nuestras propias vidas?

Durante esta semana, cuando ayunamos, oramos, nos abstenemos de comida y bebidas de las que ya tenemos demasiado, y nos arrodillamos en altares acojinados hechos de la madera más fina, recordemos su sufrimiento y la vía dolorosa de nuestra precipitada abundancia contemporánea, empacada en celofán. ¿Nos sentiremos alarmados? ¿Podemos ver nuestras pequeñas vidas en la miseria de la pasión?

Cuán raro es que de Camino al Calvario
Nos encontraramos con tantos rostros de extranjeros
Pordioseros, leprosos, ladrones,
Y aquellos que serán nuestros destruidores

Cuán grotesco
El sórdido horror de aquel
¡Qué se alarma en el Camino!

O cuán profunda la agonía de quien—
¿Ha sido traicionado por ninguno otro que por sí mismo?

En el Camino al Calvario hay muchas puertas
Y calles y veredas torcidas
Pero ninguno es el Camino
No los sigas
Porque todos nos apartan de Él

O viajero,
Recuerda el Camino
No está lejos de ti
Te está llamando
Él parece
Qué está al alcance de tu corazón
Él está llamando
Sí, está más cerca que el aliento
Más cerca que las manos y los pies
Míralo allí
Misericordiosamente condenado
Maldecido y resucitado
Herido y sanado—
Allí, en su rostro escupido
¡Él te ha alarmado!

Walter Earl Fluker es Profesor de Liderazgo Ético,  editor de los Documentos del Proyecto Howard Thurman y Director de la Iniciativa para el Desarrollo de Liderazgo Ético de Martin Luther King, hijo (MLK-IDEAL) en la Escuela de Teología de la Universidad de Boston. 

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