De Obispo José García
En Estados Unidos, el tercer jueves del mes noviembre se acostumbra celebrar el Día de Acción de Gracias. Durante ese día muchos hogares realizan una cena donde toman tiempo para reflexionar y dar gracias a Dios por todas las cosas buenas que han recibido: salud, empleo, educación, vivienda, etc. Esto lo hacen reconociendo que toda buena dádiva proviene de Dios y es el producto de su favor y su gracia.
La gratitud es una de las virtudes que nuestros padres o tutores nos enseñaron desde que éramos niños. Debíamos decir “gracias” cuando alguien de la familia o una amistad nos daba un regalo, una golosina o decía algún cumplido respecto a nosotros. Así que hemos sido enseñados a tener un corazón agradecido. Otra forma de expresar nuestro agradecimiento es cuando el amor de Dios por nosotros nos mueve a realizar actos de servicio para bendecir a nuestro prójimo. De hecho, Dios nos recuerda que “no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” (Deuteronomio 15:11).
La realidad del mundo en que vivimos es que mientras abunde el pecado, habrá pobreza, hambre, opresión e injusticia en la humanidad. En medio de estas condiciones, Dios nos da la oportunidad de servirle, no sólo mediante actos de caridad, sirviendo o distribuyendo alimentos y ropa para los pobres y hambrientos, sino también siendo una voz que clame por justicia para ellos.
Por más de 40 años Pan para el Mundo ha abogado arduamente, a través de una red de iglesias, coaliciones, organizaciones, hombres y mujeres de fe para que se aprueben leyes que apoyen programas y proyectos para terminar el hambre y la pobreza en Estados Unidos y alrededor del mundo. Durante este año, las decisiones que tome el Congreso respecto a la reforma tributaria y el presupuesto federal pueden tener un grave impacto para la gente que vive en la pobreza, aquellos que sufren de inseguridad alimentaria y para los “Soñadores”, jóvenes indocumentados que a temprana edad fueron traídos a Estados Unidos por sus padres, y los programas de ayuda para el desarrollo a nivel internacional.
Durante el Día de Acción de Gracias debemos tener un corazón agradecido hacia Dios por las cosas que tenemos o de las que disfrutamos, sin embargo, recordemos que uno de los actos de gratitud a Dios más sublimes es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por lo tanto, mostremos nuestra gratitud a Dios por la oportunidad de servirle a Él sirviéndole a los marginados de nuestra sociedad, procurando su bienestar espiritual, físico y social.
Obispo José García es asesor ejecutivo de oración e iniciativas estratégicas de Pan para el Mundo.
La realidad del mundo en que vivimos es que mientras abunde el pecado, habrá pobreza, hambre, opresión e injusticia en la humanidad.
“As you therefore have received Christ Jesus the Lord, continue to live your lives in him, rooted and built up in him and established in faith.” These words from Colossians 2:6 remind us of the faith that is active in love for our neighbors.
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As the president and Congress are preparing their plans for this year, almost 100 church leaders—from all the families of U.S. Christianity—are...
The Supplemental Nutrition Assistance Program (SNAP) is designed to respond to changes in need, making it well suited to respond to crises such as the COVID-19 pandemic.
Bread for the World and its partners are asking Congress to provide $200 million for global nutrition in the fiscal year 2020 budget.
In 2017, 11.8 percent of households in the U.S.—40 million people—were food-insecure, meaning that they were unsure at some point during the year about how they would provide for their next meal.