“Me dijo luego: ‘Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel’. He aquí, ellos dicen: ‘Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos’. Por tanto, profetiza, y diles: ‘Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice’, dice Jehová.” – Ezequiel 37: 11-14
La visión que Dios tiene para nuestra sanación y plenitud se extiende más allá de nosotros como individuos. Dios promete sanar nuestras comunidades y restaurar toda la creación.
En el pasaje de Ezequiel, Dios les da aliento de vida a los huesos secos. En nuestro viaje por la naturaleza, empezamos a notar en la aridez que hay más vida de lo que podríamos haber imaginado. Cuando nos fijamos más de cerca en lo que nos rodea, ya sea en casa o en la oficina o el parque del barrio o el auto en el que vamos a trabajar, empezamos a notar la belleza y la vida y las maravillas.
Cuando miramos dentro de nosotros, puede que encontremos la gratitud o la alegría o el deleite que a veces se ve superado por la soledad o la pena. A medida que respiramos y nos adentramos en la soledad y el silencio y la presencia de Dios, Dios nos da aliento de vida y renueva nuestras vidas y el mundo a nuestro alrededor.
Oremos.
Dios de Amor,
Tú das aliento de vida y renuevas
nuestras vidas, nuestras comunidades
y tu creación a nuestro alrededor.
Abre nuestros ojos para que podamos ver
y nuestros pulmones para poder experimentar
nueva vida en nuestros cuerpos.
Te lo pedimos en nombre de Jesús,
Amén