El presupuesto federal es una declaración de quienes somos como nación, es más que un documento financiero. Es un documento moral. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Esto aplica no solamente a las naciones sino también a las personas.
Aunque el presupuesto del gobierno federal pudiera parecer aburrido o abrumador debido a sus números incomprensibles, es demasiado importante para ser ignorado cuando de erradicar la pobreza se trata.
El presupuesto federal le provee al Congreso y al presidente la mayor oportunidad que existe para darle forma a las prioridades de nuestro país. Las decisiones que se toman sobre la manera en la cual la nación genera los ingresos y gasta sus recursos compartidos deberían promover la esperanza, oportunidad y seguridad económica para todos, y especialmente para aquellos que están luchando por traer comida a la mesa. Como cristianos, creemos que una medida moral de nuestro presupuesto federal es la forma en que el mismo trata a aquellos a quienes Jesús reconoce como los más vulnerables (Mateo 25:45).
Nuestro gobierno gasta aproximadamente 11% de su presupuesto en programas domésticos que asisten a las personas con bajos ingresos (excluyendo el cuidado de salud y el Seguro Social). Menos del 1% del presupuesto federal es utilizado para los programas internacionales de ayuda para el desarrollo enfocados en la pobreza.
Estas políticas y programas han producido grandes ganancias en términos de nutrición, mortalidad infantil y cuidado de salud para niños. A nivel internacional, el hambre ha disminuido durante las pasadas dos décadas. La cantidad de personas que está recibiendo medicamentos antirretrovirales para tratar el VIH/SIDA en los países en desarrollo aumentó diez veces más para ascender a casi 3 millones de personas durante los pasados seis años. Desde 1990, más de 1 mil millones de personas obtuvieron acceso a agua potable. Cuando el enfoque es colocado en estos programas y a los mismos se les proveen los recursos necesarios, vemos que funcionan.
Durante las negociaciones presupuestarias, el Congreso frecuentemente intenta recortar los programas más efectivos en la erradicación del hambre. Sin embargo, es en el presupuesto federal donde se centra la atención de muchas de estas prioridades y es donde Pan centra su abogacía anualmente.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón
Afghanistan would be considered likely to have high rates of hunger because at least two of the major causes of global hunger affect it—armed conflict and fragile governmental institutions.
Malnutrition is responsible for nearly half of all preventable deaths among children under 5. Every year, the world loses hundreds of thousands of young children and babies to hunger-related causes.
Bread for the World is calling on the Biden-Harris administration and Congress to build a better 1,000-Days infrastructure in the United States.
“As you therefore have received Christ Jesus the Lord, continue to live your lives in him, rooted and built up in him and established in faith.” These words from Colossians 2:6 remind us of the faith that is active in love for our neighbors.
The Bible on...
The Supplemental Nutrition Assistance Program (SNAP) is designed to respond to changes in need, making it well suited to respond to crises such as the COVID-19 pandemic.
Bread for the World and its partners are asking Congress to provide $200 million for global nutrition.
In 2017, 11.8 percent of households in the U.S.—40 million people—were food-insecure, meaning that they were unsure at some point during the year about how they would provide for their next meal.