Por Chet Jechura
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”. -Mateo 24:42
En la lectura del leccionario sobre el Evangelio de Mateo, Jesús exhorta a quienes se habían reunido para escucharlo hablar, y a nosotros hoy, a permanecer vigilantes, "porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”. La temporada litúrgica de Adviento nos invita para hacer eso. Es un momento reservado deliberadamente para que nos sintonicemos con un Amor que nos ama desde el principio, a una Paz que prevalece incluso en medio de la tormenta más violenta, a un Gozo basado en las buenas nuevas de la gracia salvadora de Dios, y una Esperanza que ancla nuestra alma y nos mantiene anticipando un futuro mejor, incluso en medio de gran lamento.
El amor eterno de Dios por toda la creación se hizo carne para habitar entre nosotros. Ese mismo amor se expresó a través de los gemidos de un bebé recién nacido vulnerable, Jesús el Cristo. Se expresa triunfalmente en el Magníficat de María (Lucas 1: 46-55) como una declaración contra la injusticia social; y se derrama para nuestra salvación a través del sufrimiento de Cristo en la cruz. El amor está en el corazón de lo que creemos, quiénes somos y lo que hacemos. El amor es lo que impulsa a un padre a superar la adversidad y trabajar en múltiples trabajos para satisfacer las necesidades de su familia. El amor es también lo que impulsa nuestra defensa para terminar el hambre y la pobreza.
La temporada de Adviento nos invita a encontrar a Dios operando en nuestras vidas a través de actos de amor, tanto recibiendo amor como compartiendo amor. Esta semana, te invito a que estés atento; busca el amor. ¿De qué maneras puedes hacer un esfuerzo deliberado para amar a tu prójimo, arreglar una relación rota, tomar el tiempo para cuidarte de una manera nueva y significativa, o alegrar el día a alguien de la manera que solo tú puedes? ¿Quiénes son las personas que amas en tu vida? Toma un momento para recordarles que les amas. Toma también un momento para expresarle tu amor a Dios. ¡Recuerda, Dios te ama! El amor de Dios por nosotros es lo que nos mueve a amarnos a nosotros mismos y a los demás.
Cada vez que participas llamando o enviando un correo electrónico a tus miembros del Congreso, firmas una petición, asistes a un taller de la Ofrenda de Cartas, celebras el Domingo del Pan para el Mundo, haces un donativo o una oración para terminar hambre y la pobreza, estás participando del amor salvífico y compasivo de Dios, amplificando tu impacto en los Estados Unidos y en todo el mundo. Qué en este Adviento, tu fiel defensa para terminar el hambre y la pobreza permanezca enraizada en el amor a Dios y al prójimo, de tal manera que te mueva a nuevas formas de amar y vivir como una luz en medio de la oscuridad. ¡Permanece vigilante!
Oración:
Dios de amor:
Un rayo de tu luz eterna brilla incluso durante estos días oscuros.
Que tu luz atraviese la oscuridad de nuestros corazones e ilumine el camino hacia el amor que se despliega ante nosotros. Abre nuestros corazones para recibir tu amor. Abre nuestras vidas para extender tu amor. Mientras caminamos en la luz y el amor, que podamos permanecer vigilantes durante esa hora inesperada cuando tu Hijo, Jesús, venga a morar en medio de nosotros.
Amén.
Chet Jechura es el administrador de participación del público en Pan para el Mundo.
El amor está en el corazón de lo que creemos, quiénes somos y lo que hacemos.
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