Informe Anual 2017: Nueva información sobre el hambre y la pobreza en la comunidad latina

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De Marlysa D. Gamblin

Los latinos tienen más probabilidades de enfrentar inseguridad alimentaria que la población de Estados Unidos en general (19.7 por ciento, comparado con 12.7 por ciento) y de vivir en la pobreza (21.4 por ciento comparado con 13.5 por ciento). ¿Pero por qué? El nuevo informe anual de Pan para el Mundo, Ambientes Frágiles, Comunidades Fuertes, explica algunas de las razones.

El informe identifica dos factores que empeoran la inseguridad alimentaria, el hambre, y la pobreza en la comunidad latina. Uno de ellos es la desigualdad y la discriminación por raza y etnia, y otro es el fenómeno de la pobreza concentrada (definida como áreas cuyas tasas de pobreza superan el 20 por ciento).

Los latinos tienen tres veces más probabilidades que los blancos no latinos de vivir en áreas de pobreza concentrada, lo cual les da tres veces las probabilidades de tener menos recursos en sus barrios y de enfrentar barreras al intentar sustentar a sus familias. Vivir en la pobreza concentrada también significa que es mucho más difícil para los latinos salir de la pobreza, pues muchos de sus vecinos también la sufren. Las barreras entre ellos y un empleo que pague un salario digno son mayores, sus escuelas locales tienen menos recursos y son menos capaces de ofrecerles estudios rigurosos, supermercados con alimentos asequibles y nutritivos están más lejos, y la lista continua.

Es por eso que la pobreza concentrada no se trata nada más de aquellas familias que viven en la pobreza, sino también de las comunidades enteras que carecen de recursos. Hay menos apoyo disponible para que estudiantes vayan a la universidad, y menos apoyo para que trabajadores consigan empleo bien pagados. La zona en la que vive una persona determina muchas de las oportunidades que tiene, tal como con supermercados y empleos. La ubicación también contribuye a los problemas que experimentan las personas—por ejemplo, mayor probabilidad de ser apresado por la policía o de enfrentar discriminación al solicitar vivienda.

El aumento de la pobreza concentrada es, por una parte, el resurgimiento de segregación racial y étnica en Estados Unidos. Como resultado, los latinos, por ejemplo, tienen más probabilidades de dejar los estudios (10.6 por ciento comparado con 5.2 por ciento para blancos no latinos). El desempleo entre los latinos es más alto (5.8 por ciento comparado con 4.4 por ciento), y los latinos tienen más probabilidades de trabajar en empleos con salarios bajos.

Por ende, la inversión enfocada en las zonas de pobreza concentrada podría reducir y acabar con el hambre en la comunidad latina. Casi 14 millones de personas viven en comunidades con tasas de pobreza por encima del 40 por ciento. Recursos enfocados en estas comunidades podrían incluir, por ejemplo, asistencia para viviendas para familias con ingresos menores al 30 por ciento del ingreso medio de la zona, y/o empleos públicos para trabajadores con barreras al empleo, como lo son tener antecedentes penales o dominio limitado del inglés.

Estados Unidos se ha comprometido a acabar con el hambre y la pobreza extrema para el año 2030. Estas metas son parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por 193 países en 2015. Queda claro que no podemos acabar con el hambre y la inseguridad alimentaria en nuestro país sin enfocar la atención y la inversión en zonas de pobreza concentrada.

Marlysa D. Gamblin es asesora de políticas y programas nacionales para poblaciones especificas en el Instituto de Pan para el Mundo. 

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