Oración de Cuaresma: Semana 4

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“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo”. -Juan 9:1-7

Al igual que la experiencia de Jesús en el desierto, nuestras experiencias en el desierto nos preparan para los ministerios a los que Dios nos invita. A veces, nuestra preparación se parece a la sanación. Cuando nos enfrentamos al sufrimiento, en nuestras propias vidas y en el mundo que nos rodea, nuestros corazones se abren para que el amor y la luz de Dios puedan entrar y traer sanación y plenitud. Así, podemos ser la luz de Dios en el mundo, glorificando a Dios mientras nos convertimos en agentes su sanación en la tierra.

Oremos.

Dios de amor,

danos paciencia para encontrar

en nosotros los aspectos

que necesitan sanación

mientras vagamos por

el desierto.

Ayúdanos a confiar en que Tú eres

el sanador supremo y que

en nuestra propia sanación

seamos agentes de curación

para el mundo que nos rodea.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús,

Amén.

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